Con las siguientes líneas pretendo hacer una reflexión, sobre la potencial perdida de un valor cultural, ancestral y autóctono venezolano como lo es el chimó. En la actualidad la campaña mundial contra el consumo del tabaco y sus derivados, pretende erradicarlo, principalmente por el hábito de fumar, ya que son numerosos los estudios científicos que revelan los efectos nocivos para la salud, no sólo del fumador sino también de las personas que comparten el mismo ambiente del fumador.
Esta campaña se ha traducido en Venezuela, en apoyo a los acuerdos internacionales, en leyes, decretos y resoluciones que restringen y regulan su consumo y comercialización. Sin embargo las características del tabaco empleado para fumar, inhalar o masticar a nivel mundial, no son los mismos del empleado en la fabricación del chimó, el cual se ha clasificado como tabaco de lamer, por las características particulares de su producción y consumo.
Son escasos, no concluyentes y de bajo perfil estadístico poblacional, los estudios realizados sobre los posibles efectos nocivos de su consumo sobre la salud, tampoco las estadísticas reflejan datos, que debido a sus efectos psicotrópicos, el consumo del chimó, aliente la realización de delitos como el robo, atraco, violaciones u homicidios, para conseguir fondos para mantener su consumo, así como tampoco existen referencias en las que se establezca que su consumo podría afectar el ingreso del grupo familiar, se hayan producido lesiones o muertes o daños materiales por accidentes de tránsito, o sea causa de Incendios, como si lo es, el fumar cigarrillos, el consumir alcohol y otras drogas duras.
Sin embargo en las Leyes antitabaco y psicotrópicas de Venezuela, se le da al artesano y consumidor del chimó, el mismo trato para su fabricación, distribución, venta y consumo como si fuese cigarrillos, cocaína, marihuana, u otras sustancias de similar características. Además en sus exigencias de control y permisología, lo colocan al mismo nivel que los productores de drogas duras, narcotraficantes y las grandes empresas tabacaleras, normalmente con capitales transnacionales.
Estas leyes han ignorado el valor cultural del chimó, el cual, forma parte de nuestro folklore, se menciona en canciones, poemas y se ha empleado en la confección de innumerables obras de arte pictórico además es tema de estudio en todas las escuelas de arte del país. No desconocemos el choque paradigmático entre la cultura urbana y la cultura rural en el consumo del chimó. Los decretos, resoluciones y normas de hábitos y buenas costumbre de urbanismo, establecen la prohibición de escupir en lugares públicos, el consumo del chimó implica el tener que escupir, por lo tanto, en áreas públicas a nivel urbano, se prohíbe el consumo del chimó; Sin embargo está establecido que el ámbito de lo moral, ético o de buena costumbre es el ámbito de lo socialmente aceptado, y en el ámbito rural el consumo del chimó es algo natural, que no causa molestia a nadie y es un acto socialmente aceptado y forma parte del gentilicio del habitante del campo, y es uno de los pocos placeres del cual disfruta, y son muchas las personas de gran longevidad y buena salud que le atribuyen, esas condiciones, supuestamente a su habito de consumo. La migración del habitante del campo a las ciudades, ha traído como consecuencia el choque cultural en el consumo del chimó, el cual debe ser resuelto tanto por los consumidores como por la sociedad urbana, en un justo equilibrio, con el fin de preservar su herencia cultural, mantener la necesaria convivencia urbana y la mutua tolerancia.